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sábado, 15 de mayo de 2010

Devotion, el café que sabe a cítricos


Siguiendo el ejemplo de los monjes que recibían como penitencia rezar avemarías y sembrar una mata de café, Steven Sutton aceptó la misión de difundir el grano que se produce en Colombia. El empresario cambió la industria de la música por el arte del café y ha dedicado los últimos ocho años de su vida a encontrar el toque diferenciador en el mercado internacional.
En la búsqueda de un café supremo creó la marca Devotion, tipo exportación. Y ahora trae el café geisha, cuyo aroma a jazmín y sabor ácido de naranjas lo convierten en una variedad única reconocida en el mundo. Las semillas de este café se cultivan ahora en Café Granja La Esperanza, de Cundinamarca. "Somos el único tostador y comercializador que lo puede trabajar en Colombia", explica Sutton.
Así surgió una taza con sabores exóticos como papaya y miel y notas a limón, limonaria, citronela y jazmín. "Es como un postre porque no necesita azúcar. Nuestra cosecha salió a finales de 2009 y ya se vende por taza en los restaurantes Criterion y La Famiglia, en Bogotá, así como en el hotel de Silvia Tcherassi en Cartagena".
El paquete de geisha de 283 gramos puede costar 160.000 pesos. ¿Por qué? Porque apenas se cosechan 600 libras al año en Colombia.
A Devotion le interesan los pequeños caficultores que producen tonos distintos como el que tiene un sabor a cáscaras de mandarina, hecho especialmente para los hermanos Rausch.
"Recorremos a Colombia y encontramos las especialidades catando de finca en finca. Ya tenemos codificadas montones de veredas en las que separamos diferentes sabores que antes se perdían entre el montón".
Devotion logra especialidades mezclando microlotes de cultivos, una técnica traída de Europa. Por eso en Cundinamarca sembraron el moka, una variedad miniatura que en el mercado puede llegar a costar 250.000 pesos por libra y es una de las más apetecidas por la alta sociedad europea. "Queremos demostrar que lo que existe en otra parte del mundo se puede hacer mejor acá, sin importar el costo", dice Sutton.
Además, tiene otro café para supermercados que produce en zonas 'rojas' y por grupos indígenas como paeces, emberas e ingas. "Ojalá este sea un principio de cafés sociales en Colombia, sin que los indígenas abandonen su comunión con la madre naturaleza".

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