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sábado, 3 de julio de 2010

Ls calles de Tailandia están llenas de manjares


Gaspar Ruiz-Canela/EFE

Los manjares más deliciosos no siempre se sirven con servilleta y mantel, sino en mesas de plástico y sobre las aceras. En Tailandia, la comida callejera es una institución gastronómica. A la hora del desayuno y el almuerzo, los oficinistas de los grandes rascacielos de Bangkok inundan los humeantes puestos de comida localizados en las pequeñas calles adyacentes, conocidas como "sois". Al caer la noche, vuelven para cenar ricas sopas de fideos, condimentadas con especias, o ensaladas picantes de papaya.

En el soi 38 de Sukhumvit, una de las arterias principales de la bulliciosa capital tailandesa, se encuentra uno de los mercados de comida callejera más frecuentados por locales y extranjeros. "La comida en la calle es más barata, tiene un sabor único y a los tailandeses nos encanta porque es un servicio más rápido y familiar que el de los restaurantes", dice una joven universitaria mientras hinca sus palillos en las viandas. Uno puede tomarse un kwey tiao, sopa a base de fideos de harina de arroz o trigo, por unos 2,5 dólares, o darse un festín de ostras y mejillones por 7,7 dólares. El puesto callejero de la familia Jaratwitch, la tercera generación de emigrantes chinos, sirve unas 600 raciones diarias de kwey tiao. "Comencé con el negocio hace 40 años. Yo elaboro nuestros fideos con harina y huevo y mis hermanos se encargan del puesto de comida", señala orgulloso Somchai Jaratwitch, de 66 años de edad.

La cola de hambrientos clientes, situado a la entrada del soi 38, demuestra la popularidad de este puesto de comida. "El secreto está en los fideos y en el caldo, que preparamos la noche de antes, con huesos de cerdo y especias. Pero no puedo contar más de la receta", agrega Jaratwitch. A unos dos metros, un mañoso cocinero flambea el padthai, fideos salteados en el wok con tamarindo, gambas y lima, y consigue servir en menos de 15 minutos a tres o cuatro clientes. Sin duda una versión anterior al concepto de "comida rápida". El crítico gastronómico tailandés Ung-aang Talay calificó una vez los fideos como "una de las grandes religiones seculares" de este país asiático. Estos fideos largos, elaborados con harina de arroz o de trigo y huevo, provienen de China y son el antepasado gastronómico de los populares espaguetis gracias a los viajes de Marco Polo al Lejano Oriente. Otros platos adaptados a la culinaria tailandesa son el curry indio o los postres franceses introducidos a finales del siglo XIX.

En un puesto callejero que se precie no puede faltar una bandeja provista de azúcar (dulce), vinagre (agrio), guindilla picada (picante) y aceite de pescado (salado), sabores que representan los cuatro puntos cardinales de la cocina tailandesa. Quizá uno de los platos más genuinos es la célebre "tom yum", rica sopa de mariscos y pollo preparada con lemon gras, jengibre, guindillas y salsa de pescado. Algunos turistas dudan de la higiene y salubridad de la comida callejera, pero lo cierto es que los casos de envenenamiento son muy raros y los tailandeses son muy cuidadosos con la limpieza y los olores.

Para los paladares más exigentes cientos de puestos ambulantes ofrecen calamares deshidratados e insectos fritos, que suelen consumirse como aperitivo acompañados con una cerveza, ron tailandés o licor de arroz. Gusanos, grillos, saltamontes y huevos de hormigas proceden en su mayoría del noreste del país, en la región Isan o de Camboya, pero se han popularizado en gran parte de la geografía tailandesa.

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